Todos tenemos a alguien a quien contamos nuestros problemas, alguien en quien podemos confiar, alguien que siempre nos hará reír y que siempre estará ahí cuando lo necesitemos.
Este tipo de personas son únicas y solo hay unas pocas en cada uno de nuestros pequeños corazoncitos.
Pertenecen a un grupo en el que todos tienen un gran corazón y están dispuestos a ayudarse los unos a los otros constantemente.
Tienen contacto con el mundo exterior a través de sus buenas acciones, siempre haciendo el bien, aunque como cualquier humano tienen derecho a equivocarse y de vez en cuando sus mentes se tornan malignas, pero se perdona.
Sus rostros son preciosos, sus sonrisas radiantes, siempre dispuestas a enseñárselas al mundo, aunque por dentro estén rotas consiguen forzarse para ayudarte.
Eso sí, son abiertas y saben sacar sus sentimientos afuera, aunque de vez en cuando hay que ayudarlas porque, en ocasiones, tienen miedo y hay que sacarlos de sus almas pacifistas.
Sienten curiosidad por nuestros vidas, y a veces las confundimos con “cotillas" pero en realidad son pequeños angelitos de la guarda que harían lo que fuera para lograr nuestra felicidad.
A esta clase personas hay que cuidarlas, y buscarlas, aunque están más cerca de lo que parece, están siempre con nosotros e inconscientemente siempre pensamos en ellas.
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